A deshora, mi mente se despierta.
En el momento en que tú duermes, yo abro los ojos.
No lo elijo, simplemente ocurre.
No puedo evitar renacer antes de dormir.
Por eso al llegar la mañana,
mi cuerpo despierta, con trabajo.
Pero gustosamente da el paso...
se despereza él solo y pone el pie en el suelo.
Da igual cuál sea.
Así empieza un nuevo día,
así hago mi camino de piedras a no sé dónde...
¡Ni me importa!