05 noviembre, 2014

Noviembre


Noviembre de hojas caídas por fuera y de brotes por dentro.
El otoño en las miradas, lluvia en los ojos.
Los kilómetros se vuelven grises como nubes ansiosas.
El magnetismo se mantiene constante aunque el viento te agite.
Los momentos pasados me mantienen con los pies en el suelo, aunque los que vendrán, me levantan y me llevan muy lejos.
Vivencias en otro idioma.
Vivencias con ella.
En el presente, ahora futuro.

Noviembre de recuerdos, noviembre de anhelos, noviembre de espera.
El otoño crece y se cae. Y cada año es igual.
Es triste como se desploma la luz mientras pisas hojas muertas.

¡Pero qué necesario es!

Los ciclos van y vienen; eso es vitalidad.
Lo que se cae, anda pronto. Luego corre y salta.

Noviembre en mí,
noviembre en cada palabra que me arrastra el aire limpio y éste las revolotea de forma imprevisible,
noviembre en versos de caída libre,
noviembre de ilusión latente y paciente.

17 mayo, 2014

Sábado de mayo

Otro día más que llega con puntualidad.
La precisión que tiene cada día asusta entre tanta imprecisión y dudas. Aunque bueno, asusta o asombra, lo separa un pequeño paso. Las personas convivimos con los días como si realmente no estuvieran a veces, sólo nos acordamos de ellos cuando miramos el calendario y quizás hasta lo tachamos. Hay que ir más lejos...
Su esencia ni dura lo mismo ni es igual cada uno de los días, pero todos tienen las mismas horas. Esa es su imperfección. Eso es lo que compartimos cada una de las personas con ellos y cuando coinciden momentos de esencia e intensidad justos entre dos personas surge lo que, en mi opinión, es complicidad. 
El ser humano nace y muere imperfecto. Cada día, también.
Cada humano es edición limitada. El día que dura 24h, también. 
Juntos, podemos ir de la mano y, estando sólo con él, vivir lo que nos regala con su generosidad distinta y a deshora...sólo tenemos que dejar que los segundos fluyan por nuestro cuerpo y que nuestra voz siga el compás de cada tic-tac.

24 abril, 2014

Yo entorné


Yo entorné la puerta y tú la cerraste.

Y anduve.
Bajo aquella luz de abril sonreían las plantas, sin motivo aparente,
la música sonaba por las aceras, llenas de pasos y zancadas,
la ciudad atardecía entre nubes y viento del norte, aún frío,
el tiempo pasaba lento, pesado como la noche que vendría.

Inacabado como un músico sin instrumento,
pensativo como un filósofo de primer curso,
ausente como la nieve en verano,
rasgado como si hubiera saltado una valla prohibida.

Me paré y cerré los ojos.
Vi la puerta cerrada y no quise abrirla más.
Decidí que no quería más puertas en mi vida.
La realidad debe de tener libertad, 
entrar y salir en el momento que quiera ser de verdad.

Amaneció.
Y cómo pueden cambiar los pensamientos.
Ni puertas ni fronteras en mi felicidad,
sólo la alegría del tiempo que pasa rápido
y quiere ser aprovechado,
conocer lo que puedo aportar a la felicidad ajena,
y por último, morir en el intento,
sin tumba que me espere.

23 abril, 2014

No encontrarnos.

Buscarnos
en las costuras ciegas
de ropas ajadas,
ajenas,
en paseos delirantes
de campos desiertos,
baldíos,
en notas heridas,
de canciones muertas,
sin dueño.

Buscarnos
en palabras silenciadas,
en besos y caricias,
en vasos y colillas,
en todas partes,
y en ninguna.

No sea
que nos encontremos.


 J. G. D.