Tus ojos.
Redondos, finos, elegantes.
Invaden tu cara, virgen, y le dan soporte.
El espacio que ocupan siembran incertidumbre en ojos ajenos.
Se ruborizan ante tanto espectador...imantan.
...y yo, aquí estoy, con los ojos más abiertos que nunca,
sin dejar de ver los tuyos, aún en la oscuridad más silenciosa.