Podrías ser aquello que no me dijiste.
Lo que tus palabras evitaron mencionarme.
La brisa nos separaba y congeló mis pretensiones...
Aquella era una noche llena de luces;
de semáforos,
de farolas encendidas,
de luna casi llena,
de estrellas contaminadas,
de ojos de gatos,
de cigarros encendidos,
de reflejos cruzados.
Te callaste. Me quedé sordo para todo lo demás que no fuera escucharlo.
La noche, tu silencio, mi desdén por el alrededor;
la brisa, tu frío, mi pecho aún congelado;
el momento oculto entre sábanas de tender,
la paciencia curtida con hilos de coser.
Al amanecer el sol salió y nos iluminó de arriba a abajo,
poco a poco,
sin más prisa de la necesaria.
Tus ojos, al fin,
me hablaron sin necesidad de palabra
y la noche de repente se hizo de día.
Lo que tus palabras evitaron mencionarme.
La brisa nos separaba y congeló mis pretensiones...
Aquella era una noche llena de luces;
de semáforos,
de farolas encendidas,
de luna casi llena,
de estrellas contaminadas,
de ojos de gatos,
de cigarros encendidos,
de reflejos cruzados.
Te callaste. Me quedé sordo para todo lo demás que no fuera escucharlo.
La noche, tu silencio, mi desdén por el alrededor;
la brisa, tu frío, mi pecho aún congelado;
el momento oculto entre sábanas de tender,
la paciencia curtida con hilos de coser.
Al amanecer el sol salió y nos iluminó de arriba a abajo,
poco a poco,
sin más prisa de la necesaria.
Tus ojos, al fin,
me hablaron sin necesidad de palabra
y la noche de repente se hizo de día.