Me maravillaría que tu sol y tu luna chocasen
iluminando mi cielo de tal manera que pierda
para siempre la vista y sólo pueda ser feliz gozando
con aquellos chispazos con forma de aurora y
de auténtica noche del sur que tanto anhelo y tanto me urge.
Me alucinaría que tu fuego y tu blancura se besasen para mí
para así encarcelar mi tacto en el universo
en el que todo lo que me queme ni siquiera lo pueda palpar.
Me apasionaría con el sonido de tu día y tu noche,
en el cual me perdería en su eco infinito
impidiéndome escuchar solo eso...necesariamente solo eso,
dejando a un lado toda la eternidad del sonido sin importancia.
Me estremecería que el rastro del movimiento de tu sol y tu luna
dejase mi olfato taponado de divinidad y
sufriendo continuamente el placer de oler tu sombra.
Me enloquecería tener en mi boca la tuya,
teniendo en mi paladar tu sabor de tu comida que elimina el hambre,
saboreando por siempre tu néctar que provoca
escalofríos por la variedad de gustos en un único punto de la lengua...
trasladándome al jardín del paraíso, comiendo de tu manzana nacida del rocío
de tu anochecer y amanecer unidos por la ocasión.
Prisionero de tu sol y tu luna soy y seré,
poeta de tus días y noches soy y seré,
poeta de esquinas invisibles...
iluminando mi cielo de tal manera que pierda
para siempre la vista y sólo pueda ser feliz gozando
con aquellos chispazos con forma de aurora y
de auténtica noche del sur que tanto anhelo y tanto me urge.
Me alucinaría que tu fuego y tu blancura se besasen para mí
para así encarcelar mi tacto en el universo
en el que todo lo que me queme ni siquiera lo pueda palpar.
Me apasionaría con el sonido de tu día y tu noche,
en el cual me perdería en su eco infinito
impidiéndome escuchar solo eso...necesariamente solo eso,
dejando a un lado toda la eternidad del sonido sin importancia.
Me estremecería que el rastro del movimiento de tu sol y tu luna
dejase mi olfato taponado de divinidad y
sufriendo continuamente el placer de oler tu sombra.
Me enloquecería tener en mi boca la tuya,
teniendo en mi paladar tu sabor de tu comida que elimina el hambre,
saboreando por siempre tu néctar que provoca
escalofríos por la variedad de gustos en un único punto de la lengua...
trasladándome al jardín del paraíso, comiendo de tu manzana nacida del rocío
de tu anochecer y amanecer unidos por la ocasión.
Prisionero de tu sol y tu luna soy y seré,
poeta de tus días y noches soy y seré,
poeta de esquinas invisibles...