Ayer, viajando, te vi.
Desde muy alto observé los rincones donde reposa la riqueza de tu vida.
Aprecié tus contoneadas y ansiadas formas, relieve de princesa.
Cambiaba a momentos mi punto de vista hacia ti,
mirándote de izquierdas a derechas y viceversa,
con la mirada atenta y contenta
en cada giro y en cada momento...
Quise tocarte. Quise tu correspondida mirada.
Quise escuchar tu silencio y callarme en tu voz.
Después de un rato creí rozar tu esencia,
me pareció imaginar tener tu presencia.
Hoy, tumbado, te escribo.
Te escribo con palabras de mi rincón perdido
y con acentos de mi diccionario de vida.
Me siento yo cuando mi mano te escribe,
cuando mis ventanas se abren
y siento que tu aire fresco y sureño
entra en mis rincones, avivándolos y purificándolos.
Hoy, quiero verte.
Mañana sólo pienso que quiero verte y tenerte.
Sin más palabras...
Desde muy alto observé los rincones donde reposa la riqueza de tu vida.
Aprecié tus contoneadas y ansiadas formas, relieve de princesa.
Cambiaba a momentos mi punto de vista hacia ti,
mirándote de izquierdas a derechas y viceversa,
con la mirada atenta y contenta
en cada giro y en cada momento...
Quise tocarte. Quise tu correspondida mirada.
Quise escuchar tu silencio y callarme en tu voz.
Después de un rato creí rozar tu esencia,
me pareció imaginar tener tu presencia.
Hoy, tumbado, te escribo.
Te escribo con palabras de mi rincón perdido
y con acentos de mi diccionario de vida.
Me siento yo cuando mi mano te escribe,
cuando mis ventanas se abren
y siento que tu aire fresco y sureño
entra en mis rincones, avivándolos y purificándolos.
Hoy, quiero verte.
Mañana sólo pienso que quiero verte y tenerte.
Sin más palabras...
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