24 octubre, 2007

Amanecer claro


El amanecer claro me deslumbró.
Fue rápido y en el momento
por lo que fue tal mi asombro
que caminé siguiendo un único movimiento.


Dubitativo y decidido andaba,
mi alma y mis pies seguían la senda
que por segundos tanto me asombraba
apreciando lo mejor de la vida, la guinda.


El amanecer jugaba con colores naranjas y amarillos,
mezclaba olores de incienso y azahar,
cantaba como el más sonriente grillo
y solo buscaba caminar y volar.


Su pasión no es de color de rosa,
el color de rosa nace de su pasión
igual que la más dulce y asombrosa
nota de una inolvidable canción.


Los ojos avivan mi sentir,
verde albahaca, verde tuyo,
que aman y buscan escapar del barullo
para así encandilar al elixir.


Amanece claro hasta de noche,
donde la oscuridad se vuelve clara
y surge el deseo de un derroche
interior tan grande que todo lo callara.


La única verdad es la del corazón
cuando amanece claro y libre,
ya que tú, claridad, eres amor y pasión,
sentimiento, alegría, vida, tú.

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